Si bien es cierto que Alejandro Armenta ya había tenido cierto protagonismo en el ámbito nacional, primero como diputado federal y en la dirección del Registro Nacional de Población; la realidad es que nunca antes había sido parte de la cúpula del poder federal.

El día de ayer, el poblano fue designado presidente de la Comisión de Hacienda del Senado de la República. En la que es considerada una de las cinco más importantes de la legislatura.

De los senadores poblanos, únicamente Armenta presidirá comisión, lo que lo convierte en un actor principal en el edificio de Reforma e Insurgentes.

Alejandro Armenta y el casi millón y medio de votos con los que ganó junto con Nancy de la Sierra son un activo de Morena en Puebla.

El nombramiento como presidente de la Comisión de Hacienda no es obra de la casualidad. Desde el momento en que decidió dar el brinco del PRI a Morena, prometió y cumplió con aportar una estructura electoral que garantizara el triunfo sin riesgos de fraudes.

Habría que revisar la cobertura lograda en Puebla con representante de casillas en la mesa federal; y compararla con la cobertura en las mesas estatales.

Quizá en la diferencia de coberturas radique la explicación de los resultados tan distantes entre la Presidencia y el Senado de la República, contra la elección de gobernador.

Y ante este nuevo estatus, Armenta puede ser un personaje que atraiga aún más los reflectores, en caso de una eventual anulación de la elección de gobernador.

Y es que sí la elección se repite, en Morena deberán entrar en una profunda reflexión para tomar decisiones certeras.

En primera instancia, tendrán en sus manos la designación de un gobernador interino, derivada de la mayoría legislativa en el Congreso local.

Ahí la baraja es grande y hay cuando menos una docena de morenistas lamiéndose los bigotes nada más de pensar en ser gobernadores de 3 a 5 meses.

Ahí sumen a los diputados Biestro, Espinosa, Alonso y a algunos federales como Manzanilla y varios más.

Algunos lo verían como un sueño y otros como un castigo, pensando que eso los margina de la gubernatura sexenal.

Y avanzado el tiempo, en Morena deberán decidir si cambian de carta o si repiten con Barbosa.

Son dos visiones. Una dice que al confirmarse el fraude, deben ir con el mismo candidato por ser el directamente agraviado. Y la otra, que apunta a que los números lo identifican como un candidato débil, que pondría en riesgo la elección, por lo que requerirían de un nuevo abanderado.

Bajo esa hipótesis, tres son los nombres más visibles para esa posición: Armenta, Abdala y Manzanilla; con entendible ventaja del primero.

Pero para que esto suceda, primero tendría que anularse la elección y posteriormente que desechen la candidatura de Barbosa.

Ni más, ni menos.

Quizá todo esto nos permita entender por qué tanta ansiedad entre las huestes morenistas, que viven hoy dentro de una esquizofrénica novela. (Columna CONTRACARA del periodista Enrique Núñez del periódico intoleranciadiario.com)