El protagonista de este tercer capítulo es José Manuel Lainz Rivero, hijo de los fundadores José Lains y Dominica Rivero, quienes vivieron por años dentro del propio hotel para garantizar un trato cercano y hospitalario a los huéspedes. Nacido en la habitación 19, José Manuel se formó como ingeniero químico y, tras estudiar y trabajar fuera del municipio, regresó al negocio acompañado de su esposa, Pilar Rodes, a quien conoció en Veracruz, conocido cariñosamente como “Pepe Lainz”, asumió la responsabilidad de transformar la estructura y operación del hotel.

El Hotel Central pasó a tener una recepción, de contar con 96 cuartos y solo dos baños generales, a tener 61 habitaciones, cada una con baño propio, los pisos y techos de madera fueron sustituidos por concreto, se diseñó una nueva red de drenaje sanitario a cargo del propio José Manuel, y se modernizó el sistema de caldera que dejó atrás la leña para utilizar diésel. También se adquirió un conmutador Telmex, equipo industrial de lavandería y se habilitó el acceso directo desde la calle al restaurante, elementos que representaron un salto importante en los estándares de servicio.

Además de la infraestructura, la formalización de la plantilla laboral fue un paso fundamental para profesionalizar la atención, ampliar los servicios y garantizar una operación eficiente. Esta generación no solo remodeló un edificio, sino que reconfiguró la experiencia del huésped, marcando un antes y un después en la identidad del hotel.

Como contexto, los episodios anteriores de esta serie han detallado los inicios de la fundación y el desarrollo inicial del hotel, así como el surgimiento del legado familiar. Y, en el marco de este 95 aniversario, también se realiza una rifa conmemorativa para ganar un viaje a Cancún, que reafirma la cercanía del Hotel Central con sus clientes y visitantes.